Poniendo freno a la erosión
El suelo no es simplemente tierra. Es una compleja estructura formada por diferentes capas que de cuyo estado depende la fertilidad del terreno. Un suelo en buenas condiciones genera los nutrientes y retiene el agua de manera óptima para el crecimiento de las comunidades vegetales que sobre él se asientan. El olivar de montaña es, sin embargo, uno de los cultivos que más sufre los efectos de la pérdida de suelo o erosión con los consiguientes problemas asociados de baja productividad.
La pendiente del terreno y el régimen extremo de precipitaciones propios del clima mediterraneo son condicionantes naturales que propician este proceso.
La cubierta vegetal tiene un papel fundamental en la erosión. La presencia de plantas protege del impacto de la lluvia a la superficie del suelo. Por otra parte, los sistemas radiculares vegetales incrementan la cohesión del terreno dificultando su arrastre.
Sin embargo, el laboreo del suelo, el sobrepastoreo y el uso de herbicidas han degradado en muchos casos esta cubierta dejando al suelo desnudo y expuesto a los procesos erosivos.
Para solucionar este problema, desde O-Live, trabajamos en dos puntos:
- Reparación de los daños ya existentes, tratando de revertir los procesos erosivos;
- Recuperación de la cobertura vegetal mediante una gestión adecuada de sus usos con el fin de evitar la erosión en el futuro.
De acuedo con este primer punto, nos encontramos con que la erosión ha generado en el olivar enormes torrenteras por las cuales, en días de lluvia, el agua circula a gran velocidad arrastrando consigo enormes cantidades de suelo.
Mediante la creación de pequeñas represas a lo largo de estos grandes surcos pretendemos reducir la velocidad del agua. La capacidad de arrastre del agua depende directamente de la velocidad de ésta, por lo que con nuestros diques esperamos que se depositen los sedimentos y poco a poco estas cárcavas vayan colmatandose y puedan empezar a ser colonizadas por la vegetación.
A la vez que evitamos la pérdida de suelo, conseguimos que el agua circule más léntamente y se infiltre en el suelo con mayor facilidad, aumentando la disponibilidad hídrica en nuestro olivar, fundamental tanto para los árboles como para la cubierta vegetal y fauna que en ella habita.
Estas simples actuaciones sobre el olivar presentan otro efecto positivo, en este caso para la biodiversidad del agrosistema. Por medio de estas represas favoreceremos la aparición de pequeñas charcas temporales, hábitat de muchos de nuestros anfibios y fauna asociada dependientes de un medio cada vez más escaso en nuestros ecosistemas.