Custodiando la marisma salinera
Esta semana tuvimos la oportunidad de devolver la visita a nuestros amigos de Salarte - Fondo para la Custodia y Recuperación de la Marisma Salinera en la Bahía de Cádiz.
Una jornada inolvidable en la que gracias a Juan Martín y Mara pudimos descubrir el tesoro natural que encierra la bahía, sus amenazas y las tremendas labores de restauración que Salarte está llevando a cabo para recuperar ecosistemas de altísimo valor medioambiental.
Al igual que O-Live, Salarte busca poner en valor el patrimonio natural y cultural del entorno en el que trabajan. Defiende la recuperación de la producción tradicional de las marismas salineras restableciendo estos dinámicos ecosistemas para preservar, conservar y recuperar los hábitats naturales y procesos ecológicos, fomentar la investigación y los estudios de seguimiento de hábitats y especies y desarrollar un turismo ornitológico sostenible mediante actuaciones didácticas. La visita a las salinas de la Covacha y del Consulado en la Isla del Trocadero sirvió para iniciarnos en el conocimiento del funcionamiento de las salinas, su estructura, el ecosistema que albergan y los problemas a los que se enfrentan.
Las criaturas que habitan las marismas naturales son auténticos supervivientes. El medio salino, las mareas, la insolación, el oleaje hacen que sean muy pocos los organismos especialistas capaces de soportar estas condiciones. En cambio, las marismas salineras son medios naturales modificados por el hombre que, al igual que las dehesas o nuestros olivares de montaña, suponen un hábitat enormemente biodiverso.
El control del flujo del agua mediante compuertas crea unas condiciones en la salina más estables, favoreciendo el asentamiento de nuevas comunidades. Las diferentes profundidades de los canales que conforman el intrincado laberinto de la salina permiten la existencia de muy variados nichos ecológicos ocupados por fauna y flora diversa. Multitud de cangrejos recorren los fangos de las zonas intermareales entre los canales que albergan, al resguardo de predadores, grandes bancos de peces. La vegetación halófila. entre las que se destaca el salado o la salicornia, son lugar perfecto para que multitud de aves aniden. Las espátulas y flamencos se alimentan del contenido de las ricas aguas, mientras charrancitos o el águila pescadora sobrevuelan las salinas en busca de bocados mayores.
Al igual que plantas, aves e innumerables formas de vida que inundan los canales de la salina, el ser humano puede ser parte activa de este entorno a través de actividades tradicionales como son el marisqueo, la pesca o la extracción de flor de sal. Es, en muchos casos, la rentabilidad, desde un punto de vista humano, mediante actividades respetuosas con el medio en el que se desarrollan, la mejor fórmula para la conservación de un espacio natural.
Salarte, la única entidad en Andalucía que trabaja dentro de zona de reserva de un espacio natural protegido, lidia diariamente con graves problemas de diversas índoles. Toneladas de basura arrastradas por las mareas se encuentran esparcidas por la marisma (imagen del vergonzoso estado de nuestros mares). Un espacio cargado tanto de valor natural como histórico, ve como las emblemáticas construcciones, memoria en piedra de un pasado lleno de sal, próspero comercio y asedios militares se desmoronan ante la inacción de las autoridades. La falta de mantenimiento de las salinas acaba propiciando la rotura de compuertas y muros dejando expuesto a las mareas el delicado equilibrio que albergan.
Hace ya demasiados años que la bahía vive de espaldas a sus marismas salineras. Desde Salarte se lucha por devolver a los gaditanos el paisaje sobre el que construyeron su ciudad y para demostrar que un uso sostenible de los recursos que estas marismas nos brindan son una oportunidad de futuro para la conservación del tesoro vivo que alberga la Bahía de Cádiz.
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